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Cuidado Familiar

Consejos Para Ir a la Playa con los Niños

La playa es, sin duda, uno de los mejores campos de juego para un niño. El agua ofrece múltiples posibilidades y la arena resulta la superficie perfecta: blanda, segura e ideal para sacar el cubo y la pala. Además, la playa está llena de materiales gratuitos y muy interesantes para jugar, como caracolas, conchas o piedras pulidas por el mar.

Pero en la playa siempre hay que tomar una serie de precauciones con los más pequeños. La vigilancia constante, sobre todo en el agua, la protección frente al sol y el asegurar una buena hidratación son cuestiones básicas para que la jornada playera resulte un éxito.

Elegir una buena playa para ir con los niños

Antes de ir a la playa con niños conviene informarse y conocer las características principales de la misma. Hay que saber si cuenta con las medidas de seguridad adecuadas, como socorrista acreditado y señalización (el clásico semáforo de playa), así como preparación para atender cualquier emergencia (como un puesto de socorro). También es conveniente conocer características como la profundidad, la presencia de corrientes o zonas peligrosas o la amplitud y fuerza de las mareas.

Proteger a los niños del sol en la playa

El sol en la playa puede resultar muy fuerte, sobre todo porque la reflexión de los rayos solares crece un 25% debido a la arena. Por ello, en la medida de lo posible, conviene evitar la exposición directa de los niños al sol, especialmente en las horas de mayor intensidad, que son entre las 12:00 y las 16:00.

Una buena estrategia consiste en no prolongar la estancia de los niños en la playa más de dos horas. Se puede bajar a la playa temprano, y volver a casa a medio día, para comer y descansar. Por la tarde, transcurrido el tiempo necesario tras la comida (entre dos y tres horas) y una vez que la intensidad solar ha bajado, se puede volver a disfrutar de la arena y el mar.

No hay que fiarse de los días nublados, ya que las nubes sólo filtran un 10% de la radiación solar. Por ello, aunque el cielo esté cubierto, se deben adoptar las mismas medidas de protección frente al sol que en un día despejado.

Lo mejor es realizar una exposición gradual al sol, tanto niños como adultos, siempre en las horas menos calurosas de la jornada. Diez minutos en primer día, veinte el segundo y así hasta treinta minutos, permitirán disfrutar de todos los beneficios del sol sin dañar la piel.

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