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Contrariedades

Honor y Miedo en la Isla del Encanto

Muchas personas cuando escuchan o leen mis historias, dicen que las cosas que me suceden, sólo me pasan a mí.

Sin querer auto asemejarme a Casimiro (personaje de Luisito Martí), Tres Patines, Moe, Larry o Curly (los Tres Chiflados), a veces creo que tienen razón, esto porque en mis sucesos casi siempre intercede un poco de mala suerte, no es que me lo busque, créanme, pero mi magnetismo para los problemas es infalible y todo se me pega.

No me vayan a mal interpretar, soy un carajo muy, pero muy dichoso, me va bien en el trabajo, no soy ni el más feo, ni el más pobre, ni el más bruto, mis hijas y familia gozan de buena salud y nunca me ha faltado drive para conquistar a alguna dama en apuros.

Hecha esta aclaración, la cual era de rigor dado el contenido de mis entregas previas, paso a contarles la anécdota de esta semana.

Tengo muchos amigos, uno de los mejores estudió conmigo en el Colegio Dominicano de la Salle, promoción 1992.

Es todo un personaje, creo que somos afines porque tenemos el mismo tipo de tendencias y gustos, no me voy a referir a ellas extensamente ya que todo el que me lee o conoce, sabe a ciencia cierta que soy enamorao, buen bebedor y que tengo 2 pies izquierdos, pues no bailo bien ni matao, jajaja.

Bueno, el pana en cuestión inmediatamente terminamos el bachillerato, se fue a estudiar Ingeniería Civil al Colegio Universitario de Mayagüez, Puerto Rico, lugar donde su padre había cursado estudios superiores.

De repente tenía alojamiento en territorio de ultramar, no tenía que pagar hotel para viajar, lo cual era una gran cosa dado el exiguo presupuesto de un estudiante, hijo de un Banilejo (famosos por siembra hielo), con un salario de Paralegal de tiempos de Balaguer.

Un día luego del pago de mi primera bonificación, aprovechando las circunstancias favorables, decidí prestarle una visita a mi pana, la primera de muchas debo acotar, ya que ir a Puerto Rico durante toda una época se volvió casi una adicción, por lo que compré un pasaje de American Eagle, reuní como US$800.00 y me largué en una aventura etílica a la Isla del Encanto.

Aterricé, el loco me pasó buscar al aeropuerto, nos pasamos el primer día en San Juan, Capital de esta Isla, ciudad muy bonita y moderna, donde salimos y nos bebimos el mundo, para al día siguiente, un domingo, trasladarnos bajo una resaca de las buenas a Mayagüez, donde nos esperaba su novia.

Por coincidencias de la vida, el lunes siguiente era el primer día de clases en la universidad, todos los estudiantes habían llegado ese fin de semana desde sus respectivos pueblos.

Se puede decir que Mayagüez es una ciudad Universitaria, la vida y movimiento de ella viene dada por el dinamismo que implica tener dentro de sus límites a uno de los centros de estudios más importantes de Latinoamérica, la cual ese día estaba en total efervescencia por el inicio de clases.

Llegamos a media tarde al apartamento donde residía, el mismo se encontraba ubicado en la calle Bosque, famosa porque en el pasado las fraternidades universitarias más importantes tenían su cede en ella, era una gran cosa vivir allí, tras lo cual nos fuimos a dormir, yo en el sofá de la sala y el con su novia a la habitación.

Solo pude descansar como 1 hora, esto porque hacía mucho calor, el sofá era de piel y cada vez que entraba algún roonmate, con la bulla me despertaba, yo en mi condición de arrimao internacional no emití ningún tipo de queja aceptando estoicamente mi calidad.

Se hizo de noche, el pana, su novia y yo salimos juntos rumbo a un bar que se llama o llamaba “La Casita” o “Mi Casita” no recuerdo bien, frente al cual en un segundo nivel había otro muy apero con música en vivo.

La calle estaba repleta de gente, todo el mundo de fiesta, disfrutando de la juventud, sin preocupaciones por cargas académicas o cualquier otro tipo de problemas.

Extrañamente estábamos en la calle con tragos y cervezas en la mano, rindiéndole culto al Dios Baco, sin que las autoridades se hicieran eco de ello.

La primera ronda se acabó y mi amigo se ofreció como voluntario para el re-fill, marchándose al interior del establecimiento, dejándome en compañía de la novia.

Al describirla no puedo afirmar que era fea sin temor a equivocarme, pero al mismo tiempo debo aclarar que tampoco era un dechado de virtudes o belleza, estaba un poco llenita, tenía un carácter difícil, era baja y el pelo para tenerlo bien debía sufrir algunos tratamientos.

Ella se quedó junto a mi en este tumulto de borrachos felices como yo, mientras el pana buscaba las bebidas.

De repente un tipo con la estatura de “Tatoo”(Hervé Villechaize) el de la ISLA DE LA FANTASIA, el pelo largo, lentes y una barriguita se puso junto a ella y sin conocerla comenzó a enamorarla.

Yo miré hacia abajo y no podía creer que este gnomo había obviado el hecho de que yo, un ser superior…, estaba junto a ella en ese lugar dándole toda mi compañía y atención.

Dado a que nunca he tenido un pleito en la calle, le dije de buena forma con mi acento Dominicano “Papá deja de enamorarla que ella anda conmigo”.

Se lo repetí al menos 6 veces con un tono suave para evitar…, pero la actitud coqueta de ella no me ayudó, razón por la cual ya hastiado a manera de ultimátum lo agarré delicadamente por el hombro, lo voltee para que pudiera ver por la ventana, señalé a mi amigo y le dije “Viejo déjate de eso porque ella es la novia de él y no te va a salir nada”.

Debí haber hablado en Arameo porque el condenado no me entendió, insistiendo en su actitud, por lo que me molesté, cosa que raramente sucede y le dije ¿papá hay que hablarte con la mano pa que entiendas??

El abrió los ojos como 2 medios pesos y se marchó.

De repente sentí que la densidad poblacional en mis alrededores se incrementó, estaba rodeado de carajos, el enano apareció ante mi vista haciendo ademanes y dando brinquitos mientras gritaba “veeeeen háblame con la mano ahora…”

Los demás, al menos 10 asumieron una actitud agresiva, en mi cabeza solo sonaba mi frase de guerra “Esto no me puede estar pasando a mi”

Mientras retrocedía miraba para todas partes, buscando con los ojos la asistencia de mi amigo o algún compatriota que por mi gorra del Licey me pudiera reconocer, pero para variar nadie apareció.

Reculé hasta que me pegué de una pared, mientras que la turba se seguía acercando, ya cuando estaba acorralado recé mis últimas oraciones para irme en paz con el señor y me dije “bueno a mi me matan hoy”.

Se me ocurrió que mi mejor defensa era la psicológica, en voz alta los enumeré a todos contando hasta 10.

Haciéndome pasar por estudiante les dije “a mi ustedes me van a dar duro, pero a éste señalando al enano mientras lo miraba fijamente a los ojos, me lo encuentro cualquier día en la cafetería, biblioteca, campus o calle, nunca voy a olvidar su cara así que hagan lo que quieran…”

Noté que el pigmeo cambió de color, parece que se creyó lo que estaba diciendo.

Debo declarar que estaba cagado del miedo, no vayan a pensar que estaba ahí privando en machito.

De la nada apareció mi ángel salvador, un Boricua a quien nunca en mi vida había visto, quien se metió en el medio e intercedió por mí.

Como el enano estaba más asustado que yo por la amenaza proferida, el pleito de manera milagrosa se desarticuló, mis casi agresores se marcharon, quedándome con las piernas flojas junto a la novia de mi amigo, la cual sin ninguna razón aun seguía peleando conmigo.

Convenientemente cuando ya no había ningún tipo de problema llega el pana con los tragos en la mano y dice…, “diablo vieron a un idiota le iban a dar…”.

Me puse balístico, lo miré y le dije, siii el idiota soy yo…

Confieso que fue la última vez que hice las veces de guardían de la novia de otro…

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