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Opinión

La Cadena de la Queja

Las quejas son como el constante y monótono estallar de un motor de combustión interna, como el ruido de los ejes de una carreta o una guagua de Onatrate sin engrasar, el discurrir de una motocicleta sin silenciador o la vida en el vecindario de un colmadón o discoteca. Son simples formas de ecualizarnos, de “resetearnos” internamente, sin resolver nada, y prepararnos para los nuevos y constantes “enviones” que a cada instante recibimos.

¿Por qué nos admiramos de los viajes de Leonel y su séquito como Marahá, en aviones fletados, gastando nuestro dinero a manos llenas, cuando no sólo dicen que no hay, que se gastaron lo que debía haber, sino que nos mandan nuevamente y tranquilos vamos al trapiche para que nos expriman más en nueva pasada que no será la última?

¿Por qué Lisandro Macarrulla, quien guardó silencio junto al Consejo de la Empresa Privada que presidia, silencio cómplice desde que nombraron a su socio y antecesor en el cargo en la dirección de la CDEEE habla? ¿Acaso ha hecho Celso ahora algo peor que en sus casi 2 años al frente de esa entelequia legal, que viola la ley de su realidad? Y no sólo la ley lo dice, y él debe de conocerla, sino que yo se la recordé en correo privado cuando lo nombraron, para que no pudiera alegar ignorancia de la materia, como ha hecho olímpicamente.

Hoy, en boca de ese pasado Presidente del importante Consejo, y siendo presidido actualmente por quien estuvo al frente de la Asociación de Industrias y tampoco dijo nada en defensa del país ni de sus agremiados que quizás de algún modo fueron favorecidos, es como querer a destiempo y con cierta elegancia, antes que el naufragio siga ahogando gente y les llegue a ellos, distanciarse del desastre y aparentar que nada tuvieron que ver, y si algo paso, ellos no estaban allí…

Para Celso, eso que lo dejen ahora solo y hasta lo culpen de incapaz, que hayan roto el silencio y los lazos, que no quieran compartir su suerte ante el circo los leones, debe de saberle a quacha, palabra de la vieja literatura inglesa y escuchada en México que significa eso mismo…

Es penoso ver a Radhamés reírse a mandíbula batiente y hasta ser reivindicado por quien lo criticó acerbamente y hasta lo crucificó.

Como somos un país de arrebatados, abúlicos e inconscientes, incapaces en el 99.999% de los casos de darle una carrera a nadie con más poder que nosotros, no importa lo que nos haga, lo que nos robe o nos maltrate, de darle una pela con eso del toro, y hasta de exhibirlo en el arco de la Plaza Independencia. De ser los protagonistas de nuestro propio destino y corregir graves y nefastos errores que hoy nos agobian, y nos tienen achicopalados, abatidos y quejumbrosos, deberíamos de alquilar, y a lo mejor el PLD las paga, varias de las miles de emisoras radiales y televisivas de este país, y con el nombre de “La Cadena de la Queja”, llorar las 24 horas en todos los tonos y formas, con ataque y gimoteos, como lloran las plañideras que se alquilan en los sepelios de gente simple, donde se valen los insultos y maldiciones, al cabo ellos son sordos, y así cada día sentirnos mejor, aligerados, aliviados, con nueva energía para seguir aguantando tranquilos los golpes y burlas, y más ecualizados, mientras nos siguen exprimiendo, nos pisotean y se ríen de nosotros, ir como mensos en Mayo a volver a elegirlos en interpósitas personas para que sigan en el “rebane”, el disfrute, el gozo, y nosotros seamos felices como lo es el buey con la coyunta, el palo puyú y la carreta cargada de caña de azúcar para que otro se endulce la vida.

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